Treinta y uno de diciembre. Treinta y uno de diciembre de 2018 ya. Es un buen momento para hacer balance. O recuento. O simplemente sentarse, poner las manos sobre el teclado y echar la vista atrás. Ojillos despiertos, así como espadas. Media sonrisa. Recordar… Un año más.
Un año más
¿Por dónde comenzamos? Quizá por decir que este es el cuarto treinta y uno de diciembre de Mi Cabra Vegana. De Mi Cabra Vegana, un proyecto empeñado en cambiar el mundo desde una diminuta tienda de comida en un barrio al este de Madrid. ¿Qué es Mi Cabra Vegana? Es vida, es ganas, es sonrisas, es luz. Es ese empujoncito diario, ese hacer piña, ese darnos aliento. Mi Cabra Vegana es no rendirnos nunca. Porque estamos juntas. Mi Cabra Vegana somos todas. Nosotras, la manada. Nosotras, que estamos ya cambiando el mundo por el mero hecho de ser. Que somos, existimos. La manada.
Echo la vista atrás y veo un montón de cositas, de ilusiones, proyectos, eventos… Comenzamos con las degustaciones solidarias, los happy saturday (retomándolos en cuanto comience el 2019), las recogidas de ropa, alimentos. Animales humanos y no humanos. Interseccionalidad. Ejes de opresión. Transversalidad.
Pero los eventos en la tienda se quedaron pronto pequeños. Había que hacer más, alcanzar más personas, conseguir más. Y así es como llegaron Laura y el Vegan Street. -El año que viene será ya el Episodio III, con unas líneas de actuación en estos momentos bien marcadas: antiespecismo y feminismo de la mano, porque no entendemos la lucha de otra manera-. Con el Vegan Street nos dimos cuenta que era necesario constituirnos como asociación, por lo que el Episodio II ya fue organizado por la Asociación Cultural Antiespecista Feminista Las Carolas, Las Carolas A.C.A.F, con la triada compuesta por Laura, Fran y yo misma: equipazo. Equipazo. Suerte de haber conocido a estas dos personas magníficas y maravillosas. Suerte de tenerlas cerca. Suerte de poder hacer realidad mis sueños a su lado. Activismo interseccional y transversal.
Este año ha sido también el año de la convocatoria de la manifestacion antiespecista de noviembre en Madrid. Nunca había convocado una manifestación, tan solo la concentración por Juana Rivas del 9 de septiembre del año pasado. Cuando vi que la Asamblea Antiespecista de Madrid hizo valoración y cierre por su parte, decidí coger el testigo. Madrid no puede quedarse sin manifestación antiespecista. Desde Las Carolas determinamos tomar el relevo y nos organizamos como colectivo Noviembre Antiespecista. Fueron muchas las demostraciones de apoyo tanto de la asamblea como de colectivos, asociaciones y personas individuales. De este 3 de noviembre antiespecista hemos aprendido mucho, lo que se debe hacer y lo que no se debe permitir hacer. ¿Qué es lo que queremos? ¿Cómo vamos a conseguirlo? ¿Sirve todo? ¿Qué no entra en una percepción interseccional de la lucha contra toda opresión? ¿Todo suma? De cara al 2 de noviembre antiespecista ya sabemos un montón de cosas que solo se aprenden con la experiencia. Y eso es bien. Como lo es que El País nos llame para publicar un fotorreportaje de la mani. El País.
Estos cuatro treinta y uno de diciembre han dado para mucho, para muchísimo. Incluso para que Angels Barceló me entrevistase en Estartapeando de los informativos Hora 25 en La Ser o que Siglo XXI, de Radio 3, grabase unos minutos en la tienda. Ha dado para escribir no tanto como me hubiese gustado pero sí lo suficiente para que Pikara Magazine publicase un par de artículos en la web y en uno de sus anuarios en papel. También ha dado para que Guía Metrópoli se fijase en la tiendecita y nos incluya en su anuario Comer y beber en Madrid desde 2017. Y hablando de comer bien, he visto nacer un proyecto lindísimo surgido de un: oye, cocinas divinamente, esto no se puede quedar entre las cuatro paredes de tu casa.
Sigo pensando, que cuatro treinta y uno de diciembre son muchísimos días… He conocido personas increíbles. Personas, en su mayoría mujeres, porque el movimiento por la liberación animal lo constituimos en un arrollador ochenta y tantos por ciento mujeres, con las que he trabajado, compartido, sumado. Quiero dar las gracias ahora a todas y cada una de las personas que en cualquier momento de estos cuatro treinta y uno de diciembre habéis pasado por aquí. Porque todo suma y si he llegado donde estoy es gracias a todas vosotras. A las que estáis desde el principio, a las que os habéis incorporado a lo largo de los días, las semanas, las estaciones, los años. A las que ahora sois amigas, mías y entre vosotras. También a aquellas con las que he compartido un trocito de tiempo, del vuestro y el mío. A las que ya no estáis, por lo que sea, gracias. A las que os pillaba de camino, de paso. A todas: gracias.
Ahora sonrío. Sonrío porque comparto techo, facturas y cama – y vida y sueños- con un hombre excepcional que me quiere y solo quiere ayudarme, ayudar a este proyecto que soy yo misma y las ganas que pongo a todo lo que hago, en lo que confío. Porque es un proyecto bonito, sincero, de creación de redes, de ayudarse, apoyarse, generar sinergias, vínculos de cariño, afecto y apoyo mutuos. Y todo esto se lo debo a mis adres, a su cariño, a su comprensión, a su quererme. Gracias a ti papá, por estar siempre disponible. Por estar siempre para mi. Gracias a ti mamá, por gestar esta mujer en tu vientre con tu sangre, que corre por tus venas, que corre por las mías. Una vez tus pensamientos fueron míos, y mi hambre tuya. Tus sueños, mis sueños. Y ahora mi sueño realidad. Tu pequeño y precioso cuerpo creando y haciendo crecer vida, que era yo. Que éramos tú y yo. Nosotras, que por nuestras venas laten Ribagordas.
Un año más. Y el año que viene, cinco treinta y uno de diciembre. Y lo que nos queda mamá. A ti siempre. A ti todo siempre. Siempre.