violencia en san fermin
El edito

Miedo y asco en San Fermin

Siete de julio San Fermin. San Fermin, donde el privilegio masculino se apodera de todas las vidas. Donde las agresiones sexuales están a la orden del día, donde el sistema de ordenación y jerarquización ideado por ellos los coloca en la cúspide de una pirámide de asesinatos, violaciones y sumisiones. Miedo y asco en San Fermin.

San Fermin, el asco

Hace casi cuatro años escribí a propósito de la violencia sexual perpetrada por hombres en los Sanfermines. Hace ya un año nos levantábamos con la noticia de los cinco hombres detenidos por violar a una mujer de 19. A pesar de los dispositivos de seguridad, a pesar de todos los pesares, los hombres siguen ejerciendo su privilegio de hacer con nosotras lo que quieren cuando quieran. Y si se trata de un ambiente festivo, con atenuantes… La jugada perfecta. Gora San Fermin…violadores de San Fermín 2016

Ayer recibíamos la enésima noticia del juicio contra estos cinco hombres, hombres cuyas conversaciones de whatsapp no voy a reproducir por el asco, la rabia y la indigación que me producen. Hace un año, cinco hombres rodearon a una mujer de 19, la intimidaron, la introdujeron en un portal y la violaron. Los cinco. Uno a uno y todos a la vez. O por turnos. Y lo grabaron. Y escribieron mensajes que no conseguiré borrar nunca de mis pensamientos al resto de la manada. De la manada de mierdas, de hombres de mierda que callaron, que jalearon, que se rieron… Como tantos grupos y chats cuyos componentes son hombres. Los hombres con los que compartimos vida, trabajo, los hombres que ocupan nuestro asiento en el metro sin reparos, los que nos gritan por la calle, los que comparten genes y libro de familia con nosotras y también los que visten de traje, los que no dicen nada. Cuando saciaron sus instintos se fueron, siguieron la fiesta. Como sin nada. La dejaron ahí tirada no sin antes robarle el móvil y deshacerse de la tarjeta sim. Y se atreven a basar su defensa en que “No hubo violación, fue una relación sexual múltiple consentida puesto que no hay el más mínimo atisbo de violencia… Nadie la agarró ni le tapó la boca ni la obligó”. Jamás ningún hombre con el que he mantenido relaciones sexuales me ha robado el móvil cuando nos hemos despedido. Jamás. A todo esto, ¿saben esos abogados que hay violaciones cada día sin un mínimo atisbo de violencia, donde nadie agarra ni tapa la boca ni parece que obliga?

Pero la otra manada, la formada por nosotras, las feministas, está despertando. Y recibo con orgullo y un ataque de sororidad y camaradería infinitas la manifestación que cientos de mujeres, algunas de negro y con el rostro tapado, hicieron la noche del pasado miércoles 5 de julio por las calles de Pamplona.# SFk2017 advierte «No se tolerará la violencia machista». No vamos a toleraros más. El miedo está cambiando de bando… Y nos estamos organizando. Porque somos la mitad de la población y el reinado del terror patriarcal debe ser contestado con la sororidad y la fuerza feministas. Tampoco las mujeres jóvenes de hoy hemos inventado nada. A lo largo de la historia se han organizado y levantado multitud de mujeres contra el reinado del horror patriarcal en cada rincón del mundo. Somos, pues, herederas de sus conocimientos, de su fuerza, de su rabia… Genealogía.

San Fermin, el miedo

Ahora sumo a la visión feminista la perspectiva antiespecista. Fiestas cuyo único objetivo es la exaltación de la masculinidad patriarcal, donde las agresiones sexuales están a la orden del día y la explotación de los toros es un mero recurso para atraer dinero y generar caja. La objetivación de las mujeres como meros objetos de deseo a los que manosear, babosear, desnudar, violar (si está borracha, no se entera y si no, la drogamos)… La objetivación de los toros como meros objetos de diversión a los que torturar, menospreciar, despojar de toda dignidad, aterrorizar… asesinar. En ambos casos, medios para la diversión masculina, medios para ellos. En ambos casos, sometidos a la jerarquía patriarcal y desprovistos de la capacidad de decidir, de elegir. En ambos casos, víctimas de la violencia inherente a la masculinidad construida por el patriarcado.

Como feminista y como antiespecista condeno estas “fiestas” que sólo dan rienda suelta a una forma de entender y ordenar la vida que es incompatible con un mundo justo, igualitario y sano. Una forma que no es la mía y contra la que lucho cada día. Hasta que todas las jaulas estén vacías.

Miedo y asco en San Fermín
San Fermín…

De fiestas, alcohol y abusos sexuales. Lo normal.

miércoles, 10 de julio de 2013

Me levanto con la noticia del aumento (que ya había y que ha aumentado, pero que ya había) de las agresiones sexuales en los sanfermines de este año. Me levanto con la noticia del aumento (que ya había y que ha aumentado, pero que ya había) de la violencia sexual machista en los sanfermines de este año. Y veo fotos, un par de fotos. Nueve de la mañana. Cierro el face. No quiero saber nada más.

Los medios, bien no lo nombran por su nombre: agresiones sexuales, violaciones, violencia sexual; bien culpan al exceso de alcohol y lo presentan como “mira estos chicos qué tonterías hacen cuando beben demasiado.” Y yo no paro de pensar, siempre pensar, por qué nos odian tanto. De esta manera y tanto. Hablaba con una amiga la otra noche, de camino a casa. No es odio, me decía, es ese derecho que saben suyo, ese privilegio, de hacer con nosotras lo que quieran cuando quieran. Tantas veces como quieran. Y ya se encargan de hacérnoslo saber. Si lo hacen, porque lo hacen, por qué lo hacen. Cuando no lo hacen, para recordarnos que bien podrían… Si quisieran.

Esa otra noche salimos de cena a celebrar el fin de las clases. El fin del máster. Con todos sus peros… Pero maravilloso. El calor aquí en Madrid es sofocante y mi cuerpo no tiene termostato. Es decir, que estoy a temperatura ambiente. Qué me llevo para no asfixiarme. Pensé en un primer momento en un cacho de tela de esos vaporosos que se atan al cuello y por la espalda. Bien fresquito. Al instante lo descarté. No. Volvería sola, tarde. Tampoco llevaría vestido ni falda ni tacones ni cuñas… Para andar bien, correr… De camino a casa. Oscuridad, campo. Pies para qué os quiero. Andaba tan pegada al borde de la acera que alguna pisada iba a la carretera. Ese prefiero que me atropellen… “Porque si alguien sale de esa oscuridad y me lleva allí estoy perdida.” Alguien… Alguien no, un tío. O dos. O los que sean, empecemos a nombrar correctamente.

Retomando las violencias sexuales, el consumo excesivo de alcohol y de otras drogas no legales… Recuerdo a mi hermano y lo que me decía. Tú no sabes lo que he visto. Tú no sabes lo que he visto. Tú no sabes lo que pasa cuando una chica está borracha y/o drogada. “Lo que pasa”, otra vez hablando en marciano. Lo que pasa es que un tío, o dos, o los que sean, hacen uso de ese derecho suyo, ese privilegio, de hacer con nosotras lo que quieran cuando quieran.

Y si no, que no hubiese ido a ese tipo de fiestas, que no se hubiese vestido así, que va provocando, que no hubiese bebido, que no se hubiese drogado, que se hubiese ido pronto a casa, que no se hubiese quedado sola, que se lo ha buscado, que qué hace hablando con esa gente, que si iba así ya sabes lo que puede pasar, que lo estaba buscando… “Ya sabes lo que puede pasar, que lo estaba buscando”, cómo nos encanta hablar en marciano. Ya sabes lo que puede pasar es que un tío, o dos, o los que sean, hacen uso de ese derecho suyo, ese privilegio, de hacer con nosotras lo que quieran cuando quieran. Que lo estaba buscando es cualquier actitud que adoptemos las mujeres que se distancie del recato, del decoro, del espera que no voy a mirar a ese que tiene mala pinta, del no voy a beber más que voy muy pedo y no veo, del me he pasado con las drogas dios que mis amigos, varones, no me dejen sola… Se llama miedo. Miedo a álguienes. Los mismos álguienes que redactan leyes contra los abusos sexuales. Los mismos álguienes que prohíben el aborto en cualquier caso. En cualquier caso.

Recuerdo otra vez. Mi hermano se encontró a una chica que iba bastante de fiesta, perdida. Salió con ella al aparcamiento, buscó con ella a sus amigos, varones. Cuando los encontraron les recriminó su comportamiento, cómo es posible que la hubiesen dejado sola así, como iba. Un postre para que un tío, o dos, o los que sean, hiciesen uso de ese derecho suyo, ese privilegio, de hacer con nosotras lo que quieran cuando quieran.

Por eso otra vez, de fiesta, en otra fiesta, mi hermano (que iba tan bastante de fiesta o más) se encontró con el amigo con quien yo estaba. Se asustó tanto cuando le vio solo, sin mí. Mi amigo le dijo que me había dejado con unos chicos que habíamos conocido… No paró de dar vueltas hasta que me encontró. Porque él sabía porque había visto. Porque es un tío y conoce ese derecho, ese privilegio. Luego se fue a dormir a una hamaca, solo, por unas horas… Plácida y tranquilamente. Lo normal.

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